Intuicion estetica

POR IOTA

"El mundo es mi representación". Así comienza Arthur Schopenhauer su obra maestra e inmediatamente añade que está verdad vale para todo ser viviente, aunque sólo al hombre le es dado conocerla; así sabe que no conoce al Sol ni a la Tierra, sino a un ojo que ve al Sol y a una mano que palpa la Tierra.
La pregunta clave es entonces -para Schopenhauer- si el mundo es algo más que representación, que el fenómeno que se me aparece, -en caso afirmativo- qué es exactamente?. La respuesta no se hace esperar; en el fondo de ese sucesión de formas finitas se encuentra un substrato metafísico: la Voluntad.
Esta Voluntad que constituye la esencia del mundo no es la voluntad empírica, humana, sino una pulsión ciega, incansable y sin objeto determinado, que se realiza en la forma de Ideas de las cosas sensibles. Existe una escala de complejidad creciente en las objetivaciones de la Voluntad; gravedad, impenetrabilidad, electricidad, magnetismo, vegetación (funciones vitales mínimas), sensibilidad y entendimiento, razón y genio.

Con el animal surge el Mundo como Representación, puesto que en el animal los datos de la sensibilidad son procesados por el entendimiento, para crear tal Mundo. En el hombre, por su parte, existe la razón, facultad de los conceptos abstractos, así como un intelecto hiperdesarrollado, al punto que en ciertos momentos ciertos individuos pueden escapar a la tiranía de la voluntad.
Al elevarse por sobre la Voluntad, el Intelecto de este individuo excepcional -el genio- niega las determinaciones espacio-temporales en las cuales se manifiesta la Voluntad, es decir, niega el Mundo como Representación e intuye la cosa en sí. Tal intuición viene mediada por el arte.

La intuición estética muestra mediante la cosa particular el universal -la Idea- que la encarna, no como un mero concepto pensado, sino con la fuerza y vivacidad de la intuición de un objeto presente. El objeto mostrado por el arte es el universal antes de entrar en la cadena de la causalidad y la estructura espacio-temporal, el en sí de las cosas del mundo.

Así, la arquitectura muestra la tensión entre la gravedad y la impenetrabilidad de la materia; los jardines con arreglos acuáticos, la vegetación y el movimiento libre del agua mediante la fuerza de gravedad; las esculturas de bestias la animalidad; la épica y la tragedia el Ideal de hombre.

La música -advierte Schopenhauer- es una forma de arte totalmente diferente, puesto que no se limita a expresar una o dos ideas, sino que representa a todas ellas como conjunto en su interacción; se trata entonces del curso del mundo mismo, sin ser sometido a las estructuras del espacio, del tiempo y de la causalidad.

Los tonos más graves representan a las ideas inferiores de la escala, como la gravedad y el resto de las fuerzas inogánicas; al subir en la escala musical, trepamos en la escala de entes y nos encontramos con las fuerzas orgánicas vegetales, en los tonos medios, y con la fuerzas animales en los tonos más agudos. La Idea de hombre no es representada más que por la voz humana, articulada, que mediante el lenguaje expresa la textura y complejidad del ser humano.

La música es entonces -en la filosofía schopenhaueriana- el umbral artístico al mundo mismo.